Alquézar es otro de esos pequeños pueblos del Pirineo con tanto encanto que resulta extraño que no esté más reconocido turísticamente. El atractivo principal de este lugar es, como algunos sabréis, su castillo y colegiata construidos en lo alto de un cerro, dominando toda la zona desde lo alto, pero resulta igualmente interesante perderse por su entramado de callejas medievales, que aún conservan ese ambiente tan mágico. El acceso a la Colegiata se realiza a pie, y cuesta arriba, pero la visita de verdad merece la pena, no sólo por las vistas que desde esta atalaya se pueden contemplar sino también porque el interior del recinto recompensa el esfuerzo.
A mí, que me encantan los claustros, me dejó fascinada el que hay en este lugar. Resulta bastante singular por cuanto que se han conservado las paredes pintadas representando diferentes episodios de la vida de Jesucristo, hechas a la manera medieval (con su inocente ausencia de perspectiva tan característica), y por la maravilla de capiteles que aún se mantienen en pie y que, una vez más, describen diferentes escenas bíblicas. A mí particularmente me encantó la que muestra a Salomé bailando ante sus comensales, y la esculpen como "debajo" de la mesa.
La visita, que es de pago pero asequible, la realiza un señor muy simpático, al que se le nota su devoción por este lugar y por su pueblo, y que utiliza su propio bastón como instrumento para señalar lo que está describiendo.
También me hizo gracia un retablo que se conserva allí y que representa la vida de Santa Quiteria, porque mostraba de una manera algo gore su decapitación (y se ven hasta los hilillos de sangre entre el cuerpo y la cabeza).
Aquí podéis admirar los frescos e incluso hacer una vista virtual: http://www.radiquero.com/alquezar/
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